Era la
primavera de 1996, había pedido en mi empleo una semana de vacaciones porque
tenía el compromiso de ofrecer una serie de conferencias a colegialas que
estaban por terminar su carrera secretarial. Esa labor, sin fines de lucro, fue
mi contribución al gremio al que pertenecía.
Salí de la
céntrica academia y caminé hacia el estacionamiento de un hotel donde había
dejado mi auto. Noté mucho alboroto porque llegó un vehículo estilo “camper”
que invadió la acera; descendieron varios jóvenes extranjeros entre los que
destacaba uno ... miré a un joven muy atractivo.
Después de varios minutos, pude entrar al estacionamiento, pagar mi cuota y esperar mi auto. Pregunté al cobrador el porqué del alboroto. Me dijo que en ese hotelito, estaba hospedado un grupo de actores que filmaban en la Ciudad de México la versión moderna de Romeo y Julieta.
De haber sabido que aquel muchacho era Leonardo DiCaprio, no hubiera esperado pacientemente a que se desocupara la acera, sino me hubiera lanzado en primer lugar a obtener su autógrafo y si hubiera sabido en lo que se convertiría, hasta le hubiera ofrecido mi casa. También me hubiera olvidado de mi edad.
Esta anécdota la platiqué un año más tarde a mis compañeras de trabajo. Pocas habían visto Romeo y Julieta. Pero todas, sí, absolutamente todas, estaban muy emocionadas con Titanic, que transformó a DiCaprio en un astro refulgente, reconocido mundialmente. Era y creo que sigue siendo, una película muy vista y disfrutada. El trágico final de Jack mueve a las féminas a una compasión muy grande y la mayoría hubiera preferido que la protagonista librara de ese fin a su amado, dejándole un espacio en su tabla de salvación.
Había iniciado la época de la “Leomanía” y crecía la euforia entre las fans mexicanas, sobre todo entre las más jóvenes. Recuerdo que una compañera más madura comentó que no se explicaba la locura que Leonardo provocaba. Casi todas las mujeres de la empresa, tenían en su pc, como protector de su pantalla, la imagen de este rubio galán y de alguna manera conseguí una para mí, pero no para proteger mi computadora, sino para ser reenviada en particular a las cumpleañeras … ¿cómo era esto? Leo, de cuerpo completo, lucía su bella sonrisa y a su lado podía escribirse un texto que yo modificaba de acuerdo a quien lo recibiría. Fue un éxito total; la joven que recibía la “felicitación de Leo", se sentía muy complacida con este detalle. Como mi querida amiga de siempre, Tania, quien en su adolescencia estaba prendada de DiCaprio y se sintió feliz al recibir esa felicitación; felicidad que me ha reconfirmado ahora mismo.
Me percaté de la influencia tan grande que tiene el cine en la mente colectiva. Mismo, lo que puede provocar la aparición en la gran pantalla de un actor tan especial como es Leonardo DiCaprio.
Respecto al séptimo arte, recuerdo haber leído que cualquier circunstancia adversa puede ser superada si la mente se sumerge en la trama de una película y hay ciertas pelis que, a mi juicio, han influido bastante en la personalidad del cinéfilo.
Lástima que esto último se haya diluido con el tiempo. Al tener una videocasetera o aparato para DVD's en casa, el ver una película ha pasado a ser otra cosa. Hay pros y contras desde luego, pero el entrar a una sala casi en penumbras, sentarse en las cómodas butacas de los cines modernos y disfrutar una peli en todo su esplendor, es algo que no deberíamos perder. Es magnífico que los verdaderos cinéfilos continúen con esta grata costumbre, la de asistir al cine para tener el verdadero placer de ver una película.
Aún no se olvidaba el enorme éxito de Titanic, cuando Leo nos deleitó (a las damas principalmente) con su doble rol en El Hombre de la Máscara de Hierro. ¿La recuerdas? En esos días alguien lo llamó “rostro de ángel”. Algo que molestaba a varios caballeros que no se explicaban el gusto de las mujeres por este actor.
En esos días muchas fans pensaban que el camino de DiCaprio era ese; exhibir su rostro en todo su esplendor y que no importara si fuera buen actor o no. Todo se le perdonaría, con tal de mirarlo.
Pero, desde mi punto de vista, esa no era la elección de Leo. Ya que al inicio del nuevo siglo, mostró su talento en La Playa.
Hablé de esta dramática cinta con una amiga y se la recomendé ampliamente. Ella me dijo que no le interesaba porqué DiCaprio solo era una cara bonita … Le comenté que no me parecía únicamente un carilindo sino que en La Playa y en una peli muy anterior (¿A quién ama Gilbert Grape?) muestra unos gestos realmente sorprendentes en sus respectivos papeles de un joven aventurero en La Playa y otro discapacitado mentalmente en ¿A quién ama …?, que vi en una sala de arte, y cuya actuación me hizo comprender que Leo podía actuar con la intensidad que solo florece en los grandes actores.
En el 2002 vi Atrápame si puedes, que me divirtió mucho. Mediante la trama de esta cinta confirmé cuántas puertas puede abrir un ser encantador, tanto en el celuloide como en la vida real.
En ese mismo 2002, se exhibió el costoso filme Pandillas de Nueva York. Fue mi oportunidad para ver a DiCaprio actuar junto a uno de mis actores preferidos, Daniel Day-Lewis, quien actuó -como es su costumbre- de forma sobresaliente. La interpretación de Leo, a mi juicio, quedó opacada ante la poderosa personalidad de Daniel; aun así, consideré su actuación muy respetable.
Fue hasta dos años después que se estrenó El Aviador. Leo había madurado; atrás había quedado su carita juvenil y ahora se le veía más fuerte, con mucha personalidad.
Porque hay producciones que no llegan a México, me acostumbré a que cada dos años vería una película de DiCaprio y sí, hasta el 2006 vi Diamante de Sangre, que me impactó. Creo que lo nominaron para el Oscar y le dieron otros premios por su trabajo en esta cinta.
En 2007 quedé muy a gusto al disfrutar de la actuación de Leo en The Departed, que por acá etiquetaron como El Infiltrado. Supe también que lo premiaron mucho y me pareció con justa razón. Y muchos habían sido los premios que recibió DiCaprio, pero le habían negado el Oscar. Desde Titanic, creo que a su público le parecía muy injusto esa falta de reconocimiento.
Desde hace varios años no había visto sus actuaciones; muchos de sus filmes no fueron traídos a México, o solo fueron exhibidos un fin de semana y bueno, confieso que no quise ver Django Unchained. Tampoco vi El gran Gatsby … creo que me perdí de algo bueno, pero tengo el recuerdo de la interpretación de Robert Redford en el mismo rol y no quise sustituir esa memoria. Ah!, por televisión vi El Origen; me pareció muy interesante.
El año pasado, el extraordinario director mexicano Alejandro González Iñárritu, anunció que estaba realizando una cinta cuyo protagonista era DiCaprio. Ambos vinieron a México en enero pasado para el estreno de The Revenant. Alejandro habló ante los medios sobre las múltiples peripecias para lograr esta película. DiCaprio solo escuchaba, aunque me pareció que no entendía al cien lo que su director decía en español. Aprecié su apacible rostro y me pareció imposible no verlo guapo, pero ahora tiene una expresión llena de paz y serenidad. Cuando él habló (en inglés), recordó cuando filmó en la Cd. de México, dedicó múltiples elogios a G. Iñárritu y se mostró muy agradecido por la oportunidad de haber participado en El Renacido. Mostrarse humilde, me parece una señal de grandeza en un ser humano.
Cuando se estrenó en México, The Revenant, G. Iñárritu y el propio DiCaprio, ya habían obtenido magníficos reconocimientos de las más prestigiadas instituciones cinematográficas y estaban nominados a los Oscares. La cosecha de honores enormemente merecidos, tuvo su culminación el 28 de febrero de 2016, en la ceremonia de entrega del Oscar. Nada estaba dado por seguro. Mucho menos cuando (creo injustamente), The Revenant no obtuvo su premio como la mejor película. G. Iñárritu y Emmanuel Lubezky ya habían sido reconocidos. Faltaba el Oscar para Leonardo DiCaprio. Fue un momento emocionante cuando lo nombraron, cuando el público presente se puso de pie para celebrar el feliz reconocimiento que él agradeció de manera sobria y elegante e hizo un llamado a nuestras conciencias acerca del cambio climático. Cierto que prácticamente dejó de lado su persona, para que con sus palabras reflexionemos acerca de lo mucho que nuestro planeta requiere para subsistir.
Me sorprende que un nutrido grupo se haya reunido en un sitio emblemático de esta capital mexicana, para demostrar su anhelo de que Leo fuera premiado con el Oscar. Algo, para mí inusitado. ¿Será el renacimiento de la “Leomanía”?; bueno, creo que ya ha "renacido". A los mexicanos nos satisface muchísimo que G. Iñárritu y Emmanuel Lubezky sean reconocidos; pero, ¿a qué se debe el gran entusiasmo por DiCaprio? Me respondo que es un reconocimiento atrasado y que su actuación en The Revenant es sobresaliente.
Orgullosa me siento de haber previsto que este artista, “cara de ángel”, llegaría muy lejos y en mi memoria guardo con alegría el momento en que en una modesta acera, haya visto fugazmente a ese muchacho de sonrisa traviesa, convertido ahora en todo un señor de la actuación y líder ecologista.
Excelente escrito y magnifico actor! Suertuda que lo hayas conocido.
ResponderBorrarMil gracias mi queridísima Mary. Disculpa la tardanza en contestar tu lindo comentario, pero de corazón te lo agradezco.
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