Habíamos
esperado semanas para que llegara el último domingo de Mayo para irnos a la
Feria del Vino y del Queso. A las 5.30am
ya me encontraba en la cocina preparando un lonche para el camino. Y, ¿cómo no?,
también un rico café para estar bien despiertas para el viaje.
Mi
hermana Tere y mi sobrina Alison se prepararon rápidamente para salir de esta
casa antes de que el sol se asomara. Llegamos puntuales a la cita con el resto
del grupo guiado por un joven amable. El
cielo empezó a colorearse y supimos que sería un día soleado, por ello
llevábamos sombreros, gorras, sombrillas y mucho ánimo para divertirnos.
El
camino para salir de la Ciudad de México se hace largo, pero pronto se empieza
a ver el verde de los campos. Una parada en San Pedro, para desayunar, pero
sobre todo, disfrutar del panorama. Vinieron
las primeras fotos y el gozo de estar cerca de nuestro destino: Tequisquiapan.
Si me preguntas el origen de
ese nombre tan singular, te puedo decir que significa "lugar de
tequesquite", y que Tequisquiapan es un término mexicano que quiere decir
tierra baja tequexquitosa, donde abunda el salitre. Lo cual explica lo difícil
que es cultivar esa área.
Recuerdo que en los tiempos de
mi afición por la fiesta brava, conocía los nombres de las ganaderías asentadas
en esos terruños; pero los he olvidado desde que me volví en contra de esos
festejos.
Cerca de Tequisquiapan pudimos
ver la Presa Centenario y disfrutar el verde de sus campos hasta llegar a los
viñedos de una marca registrada no muy conocida aún. Nos recibieron con mucha
amabilidad, disfrutamos de su jardín lleno de rosales en flor y al poco tiempo
iniciamos el recorrido por los campos cultivados con la vid.
Supimos lo que significa para Tequisquiapan ya que a principios de la década de los ‘60, se sembraron las primeras 120,000 plantas en 80 hectáreas. Estas plantas fueron desembarcadas en el puerto de Veracruz procedentes de Francia.
En 1962 se incrementó el cultivo con 200,000 plantas hasta alcanzar 600,000 en 1040 hectáreas. El lugar, fue previamente seleccionado para sembrar los viñedos. Pionera en la zona, la industria vitivinícola introdujo las variedades de uvas conocidas como: ungi blanc, propia para la elaboración del brandy, de la cavernet sauvignon y granache para obtener los vinos de mesa como el tinto, blanco y rosado.
Al final del recorrido fuimos invitados a degustar una copa de vino blanco, así como comprar cuantas botellas quisiéramos. Se descorchó para nosotras una botella de vino tinto.
Supimos lo que significa para Tequisquiapan ya que a principios de la década de los ‘60, se sembraron las primeras 120,000 plantas en 80 hectáreas. Estas plantas fueron desembarcadas en el puerto de Veracruz procedentes de Francia.
En 1962 se incrementó el cultivo con 200,000 plantas hasta alcanzar 600,000 en 1040 hectáreas. El lugar, fue previamente seleccionado para sembrar los viñedos. Pionera en la zona, la industria vitivinícola introdujo las variedades de uvas conocidas como: ungi blanc, propia para la elaboración del brandy, de la cavernet sauvignon y granache para obtener los vinos de mesa como el tinto, blanco y rosado.
Al final del recorrido fuimos invitados a degustar una copa de vino blanco, así como comprar cuantas botellas quisiéramos. Se descorchó para nosotras una botella de vino tinto.
Un dolor en el pie derecho, que me había impedido usar zapatos
tenis, desapareció “milagrosamente” a causa de la degustación. También consumimos
pan recién horneado y quesos para complementarla.
Previamente,
cuando vimos los sembradíos de la vid, nos gustó la grata sorpresa que te
brinda lo que de otra manera sería prácticamente un desierto, aunque sepamos
que en la profundidad de su subsuelo hay ríos subterráneos que afloran en
manantiales que ahora se han convertido en balnearios.
En ese municipio
que, por alianza de indígenas y españoles, según lo leí en la Cédula de su
fundación, "Esta población fue fundada el año 1551, por cédulas Reales de
Carlos V y firmadas por el Virrey de la Nueva España y realizada por el
conquistador español, el 24 de julio de 1551, acompañado de sus caudillos y
capitanes.
Se congregaron al despuntar el alba los indígenas Chichimecas
y Otomíes en el lugar señalado para la instauración; se plantó una cruz y se
formó con un montón de piedras y cubierto con yerbas y flores, un altar, donde
un sacerdote celebró el santo sacrificio de la misa como acto oficial de la
fundación".
Muchísimo tiempo después ocurrió lo que ahora nos
llena de asombro: La perseverancia por
hacer vinos de altísima calidad. Aprovechando los conocimientos de expertos
enólogos que sugirieron sembrar cepas que han dado como resultado el desarrollo
exitoso de esa región, antes sin uso, tomando ventaja de su situación
geográfica, el clima, la cantidad de lluvia y otros etcéteras que escapan a mi
modesto conocimiento.
Con mi sobrina hablé del porqué es más alto el costo
de los vinos nacionales, comparados con los vinos chilenos, californianos, españoles
y algunos franceses, que llegan a nuestro país. Resulta que México no cuenta
con el corcho necesario para taponar la botella adecuadamente; se tiene que
importar, lo que encarece nuestros delicados vinos.
También platicamos acerca de los otros lugares dentro
de la República Mexicana, donde se cultiva la vid y nombramos principalmente
Baja California (Valle de Guadalupe) y Parras, en el estado de Coahuila.
Desde luego, no somos expertas pero mi sobrina, junto
con su mamá y esta su tía, disfrutamos del vino y los quesos. Y, precisamente en ese momento del disfrute,
vino a mi memoria aquel vino europeo y el queso amantequillado, disfrutados
ambos en muy grata compañía.
Más fotos y
muchas risas a causa del delicioso mareo que provocaron las dos copas que
bebimos cada una. Muy a lo lejos podía
ver algunas montañas, cerca de nosotras esas plantas, que en esos días estaban
aún por crecer, pocas nubes, mucho calor, búsqueda de sombra bajo los frondosos
árboles.
El guía nos iba explicando
clara y sencillamente los cuidados que la vid necesita para fortalecerse, para
dar sus maravillosos frutos que deben ser protegidos de las especies
voladoras (observamos varias) como la urraca, el gorrión, torcaza, dominico,
paloma silvestre y pájaro común. Las luciérnagas que antes abundaban y
constituían un bello espectáculo natural, desaparecieron al igual que el pájaro
carpintero; comentario que nos entristeció.
Igualmente, la explicación incluyó la manera en que se
recolectan, el esmero de la gente que contribuye a ello, el cómo son tratadas las
uvas para aprovechar su jugo y dónde se almacena para que al paso del tiempo se
convierta en vino; también, cómo son catalogadas las calidades y el saber
reconocer cuál cosecha merece ser llevado su año en la etiqueta de la botella
de vino.
Creo que después de haber escuchado esas enseñanzas, nuestra
degustación fue más sabrosa.
Para mí fue muy satisfactorio ver que después de
nuestro grupo llegaban otros más. Sobre todo porque el turismo no tiene
oportunidad de causar destrozos en los viñedos, tal como tristemente lo hace en
algunos santuarios naturales que los mexicanos deberíamos preservar, pues son
nuestro patrimonio.
Al salir del viñedo, nos dirigimos al centro histórico
de Tequisquiapan, pueblo mágico, de clima templado, con algunas minas de ópalo que
aún están funcionando en sus alrededores.
Lugar afamado también por la gran variedad de su producción de quesos y desde luego, con vocación turística, que en ese domingo y supongo todos los fines de semana y días festivos, se engalana con la presencia de vendedoras indígenas, que ofrecen frutas, flores, artesanías.
Sus vestidos tradicionales, son realmente maravillosos por sus colores y bordados. Sus rostros llenos de esa belleza para mí casi infantil, enmarcados por su pelo lustrosamente oscuro, de largas trenzas.
Lugar afamado también por la gran variedad de su producción de quesos y desde luego, con vocación turística, que en ese domingo y supongo todos los fines de semana y días festivos, se engalana con la presencia de vendedoras indígenas, que ofrecen frutas, flores, artesanías.
Sus vestidos tradicionales, son realmente maravillosos por sus colores y bordados. Sus rostros llenos de esa belleza para mí casi infantil, enmarcados por su pelo lustrosamente oscuro, de largas trenzas.
Los hombres visten casual y ofrecen principalmente
plantas y frutas. Compré una cajita de zarzamoras recién recolectadas por un
precio muy bajo. Mi hermana me obsequió
una plantita que continúa creciendo en casa.
Comimos en un restaurant pequeño y agradable. La gente
de nuestra provincia es muy gentil y servicial. Cierto que muchos de sus
ingresos provienen del turismo, pero su calidez es excepcional.
Ahora sí, con energías renovadas nos dirigimos al
Jardín de La Pila (fuente), donde se encontraban los “stands” de vinos y
quesos. La gente se aglomeraba, atropellándose unos con otros, en lo que
podíamos ver de su interior.
Decidimos no entrar porque habría corrida de toros y un palenque (peleas de gallos); eventos a los que preferimos no asistir.
Decidimos no entrar porque habría corrida de toros y un palenque (peleas de gallos); eventos a los que preferimos no asistir.
Hubiéramos podido rentar caballos para recorrer el
pueblo mágico pero preferimos subir a un pequeño tren que nos llevó a los
lugares más emblemáticos de Tequisquiapan.
El conductor nos iba señalando y dando explicaciones de esos sitios. Lo hizo de una manera muy simpática, platicándonos las leyendas de duendes, “la Llorona” y del agua que es curativa y rejuvenecedora; un “plus” del hermoso recorrido. Además nos llevó a las tiendas más famosas donde volvimos a degustar los ricos quesos y comprar algunos más.
El conductor nos iba señalando y dando explicaciones de esos sitios. Lo hizo de una manera muy simpática, platicándonos las leyendas de duendes, “la Llorona” y del agua que es curativa y rejuvenecedora; un “plus” del hermoso recorrido. Además nos llevó a las tiendas más famosas donde volvimos a degustar los ricos quesos y comprar algunos más.
Después a pie, llegamos al corazón de ese poblado, con
su kiosco, su jardín y la imponente parroquia de la Virgen de la Asunción a la
cual entramos para dar las gracias a Dios por este bello paseo y admirar la
escultura, precisamente, de la Virgen Patrona del lugar y del Cristo Camino del
Calvario, obras de impresionante belleza.
Al salir de la parroquia, en esa plaza pudimos ver la
gran variedad de vestimenta entre turistas, lugareños e indígenas. Estos
últimos ofrecían sus mercancías que iban desde dulces y paletas de hielo, hasta
coronas de flores y rebozos.
Afuera de un restaurant empezó a tocar una banda de
rock. Música de The Beatles, particularmente. Los músicos cantaban y tocaban
con gran entusiasmo, vestidos a la moda del Sargento Pimienta, lo cual (aunque
no lo parezca) se complementaba con los vestidos de las bellas mujeres
indígenas vendedoras, que circulaban alrededor de la plaza.
En el césped mi sobrina se recostó y se quedó dormida,
mientras mi hermana y yo teorizábamos acerca de las diferentes religiones que
hemos conocido y concordábamos en nuestra creencia de que Dios está más allá de
cualquier religión pero que éstas son totalmente respetables.
La hora de la cita para retornar al punto de reunión
de nuestro grupo llegó. Con nuestras compras en mano abordamos la camioneta que
nos trajo de regreso a la megalópolis.
Un solo día, unas cuantas horas de escape a un lugar donde, como dijo mi hermanita, “se respira más a gusto”, donde el verde de los campos, lo multicolor de las vestimentas indígenas, la comida, queso y vino deliciosos, nos dejó sinceramente un grato sabor de boca.
Un solo día, unas cuantas horas de escape a un lugar donde, como dijo mi hermanita, “se respira más a gusto”, donde el verde de los campos, lo multicolor de las vestimentas indígenas, la comida, queso y vino deliciosos, nos dejó sinceramente un grato sabor de boca.
Quedamos invitadas para regresar a la Vendimia en el
viñedo que visitamos; una fiesta en la que con los pies descalzos se aplasta la
uva para deleite de las vendimieras y los espectadores.
Aclaración hecha de que ese jugo no va a reposo, sino servirá para regar los campos de la vid que, al menos en mi mente, perdurarán por siempre porque no había habido la ocasión en que he disfrutado con mi hermana de estos paseos y como decimos por aquí, “es la primera, pero no la última”, primero Dios.
Y mientras llega ese día, quedé prendada de la canción que alguien inspirado dedicó a Tequisquiapan.
Aclaración hecha de que ese jugo no va a reposo, sino servirá para regar los campos de la vid que, al menos en mi mente, perdurarán por siempre porque no había habido la ocasión en que he disfrutado con mi hermana de estos paseos y como decimos por aquí, “es la primera, pero no la última”, primero Dios.
Y mientras llega ese día, quedé prendada de la canción que alguien inspirado dedicó a Tequisquiapan.
“Quiero cantarte Tequis querido,
pueblito lleno de ensoñación
y a tus mujeres que son tan lindas,
que son tan dignas de admiración.
Cuando amanece en este pueblito,
cuando lo alumbra ese grande sol.
Son las mañanas esplendorosas,
en este Tequis bendito de Dios.”
pueblito lleno de ensoñación
y a tus mujeres que son tan lindas,
que son tan dignas de admiración.
Cuando amanece en este pueblito,
cuando lo alumbra ese grande sol.
Son las mañanas esplendorosas,
en este Tequis bendito de Dios.”
NOTA: Muchos de los datos los obtuve de
Internet. Las vivencias, esas sí que son sólo mías.
CopyrightConnieUreñaCuellar
CopyrightConnieUreñaCuellar
En algún punto debería existir un párrafo, en penitencia: No insistí el suficiente com mi amigo Henrique Mendes para venir con con nosotras a comer unos quesitos!!! ja j a j a...
ResponderBorrar